No es mi jefe...

...aunque lo fue. Ahora es mi compañero y piensa que sabe mucho de informática. En general sabe mucho de todo y la verdad es que cuanto más lo conozco me doy cuenta de que hay mucho de hueco en todo él.

Es curioso. Me recuerda a un caramelo de algodón de esos que comíamos los niños de los años 70. Parece enorme, pero cuando le das un mordisco desaparece en tu boca. A lo peor, te deja un desagradable dolor de barriga.

La última ha sido creer que era una buena idea enviar por correo electrónico un attach ¡de 36 Mb!. Lo cierto es que le parecía mejor colgar la imagen -eso era el attach- en algún sitio para que los visitantes se lo bajaran. ¡Uf! Me da pereza discutir.

Hoy he estado en clase de otro compañero. Mucho menos popular que el anterior y, para que engañarnos, bastante incomprendido. Me ha dado pena y al final le he dicho que la clase había quedado muy bien. Y es cierto. La clase le había quedado francamente bien para los que le hemos escuchado. Yo por la cuenta que me trae y no más de un 10% de los estudiantes. El resto, como no me conocía, se ha expresado libremente. Frases oídas: "¿de qué va éste?", jo tía, me apunto a la academia, etcétera. Lamentable y triste.